Hércules
(Heracles) viene a ser el héroe que personifica la fortaleza. Natale Conti nos
explica esta visión de Hércules como referente a la fortaleza y gloria de la
virtud: Ciertamente ninguna otra cosa que
la gloria de la virtud hizo ilustre a Hércules, dominador y destructor de
monstruos, ladrones y hombres malvados, quien consiguió entre todos los hombres
tanto renombre y gloria cuanto ninguna época podrá nunca destruir, en su honor
se instituyeron templos, altares, ceremonias, sacerdotes, cosa que no podrá
concederle ni la nobleza de su estirpe ni únicamente la fuerza de su cuerpo ni
su enorme poderío sin sabiduría y sin grandeza de ánimo (VII, I).
Hércules
proviene de la rama de Perseo, pues su hijo Electrión (El brillante) fuer padre
de Alcmena (la fuerte). Júpiter, deseando un hijo que fuera glorioso protector
de los hombres y los dioses, bajo a la ciudad de Tebas y adoptando los rasgos
de Anfitrión, esposo de Alcmena, se unió
a ella en una larga y prolongada noche
según narra Homero en el Himno a Hércules (XV, 1-3) y nos relata Bocaccio
(XIII, I) siguiendo a Lactancio (The IX, 424).
Desde
su infancia fue amaestrado, como narra Apolodoro (II. 4,9) por importantes
maestros como Rodamantis que lo instruyó en la sabiduría y la virtud, Lino que
le enseño música y las letras, Eurito a manejar el arco, Autólico a guiar el
carro. Anfitrión confió a Hércules a unos pastores donde el héroe ejercitó su fuerza física. Fernández
Heredia considera la educación de Hércules como cuerpo de uno de sus Emblemas
para significar que la educación en la niñez es el camino de la gloria en la
robusta edad (p.99), pues más vence el ingenio que la fuerza (p.37)
Tras la
muerte de Anfitrión, Hércules casó con la hija del nuevo rey Creonte llamada
Mégara. La unión fue poco feliz ya que Lisa, La Furia de la rabia, fue enviada
por Juno (diosa del Olimpo a la que Júpiter fue infiel para concebir a
Hércules). Hércules preso de una gran locura confundió a sus hijos con los de
Eristeo y los mató.
Por
ello el héroe abandonó el país dirigiéndose a la Argólide donde por el espacio
de doce años, su primo Eristeo lo sometió a los penosos doce trabajos.
Los
doce trabajos de Hércules
El León monstruoso, hijo de Ortro y Equidna y nieto de Tifón, asolaba
la región de Nemea. Su piel, a modo de trofeo tuvo que llevar a Euristeo. El
Léon tenía en su cueva doce accesos que lo hacían invulnerable, por ello el
héroe taponó una de las entradas y no pudiendo exterminar a la fiera con
flechas tuvo que hacerlo con sus propias manos. Esta piel le servía a modo de
escudo contra las armas de los enemigos pues, como cuenta Teócrito, ni el
hierro ni el fuego la podían rasgar.
Lorenzo de Zamora y Pérez Moya, nos dicen de esto: Esto denota que luego que uno fuere iniciado
en la virtud, ha de apaciguar y matar el más fuerte de todos los monstruos, que
es la soberbia y el furor de ánimo, que este es el león Nemeo, que se apacienta
en el bosque del poco sufrimiento y poco saber de nuestro ánimo, que destruye
los ganados de todas las virtudes (II, IV, V).
La Hidra era un ser monstruoso, una serpiente de nueve cabezas nacida
de Tifón y Equidna. Vivía en un pantano junto a Lerna en el Peloponeso
destruyendo ganados y cosechas. Cada vez que le cortaban una cabeza le salían
dos. Pudo exterminarla gracias al fuego valiéndose de tizones ardientes. Una
vez muerta introdujo sus flechas en la sangre del monstruo para envenenarlas.
Se considera como la victoria sobre la lujuria.
Este animal tenía su guarida en el monte Erimanto, próximo a Arcadia y
asolaba el territorio de Psófide. Tras capturarlo vivo, fatigándolo en su
carrera, lo trasportó a hombros ante Euristeo quien, tras verlo, se aterrorizó
de tal manera que tuvo que ocultarse en una vasija de bronce. Fernández de
Heredia nos dice en sus Emblemas que los mayores monstruos son los que cría la
venganza y a estos nos los vence el hombre con la fuerza, sino con el
sacrificio, nunca con el furor y siempre con la constancia (p.170).
Euristeo ordenó a Hércules que trajera viva la cierva, consagrada a
Diana, que vivía en el monte Cirineo y que tenía la cornamenta de oros y los pies
de bronce. La capturó en el rio Ladón tras perseguirla más de un año. Fernández
de Heredia nos propone en sus emblemas que siempre es más necesaria la
paciencia que el valor, pues hay conquistas que parecen pequeñas y en realidad
son muy grandes (p.178)
- Las aves del Lago de Estínfalo, también
llamadas Harpías
Este lago se encontraba próximo a la Arcadia y estaba repleto de aves
monstruosas que incluso no dejaban ver la luz del Sol. Son la imagen del engaño
y la avaricia y disponían de uñas y pico de hierro. Su alimento era la carne
humana. Hércules es eliminó a flechazos tras sacarlas del bosque mediante el
ruido de unas castañuelas que el héroe fabrico. Fernández de Heredia habla por
este Emblema de lo importante que es conocer el medio para alcanzar las cosas (p.189).
- El cinturón de la reina Hipólita
Hipólita era reina de las Amazonas en Capadocia. Como distintivo de su
poder tenía un ceñidor que le regalara Marte. Admete, hija de Euristeo, se
prendó de este ornamento. Por ello Hércules recibió la orden de adquirirlo. Juno,
movida contra Hércules desde su nacimiento, se disfrazó de Amazona y fue divulgando
que el héroe quería raptar a la reina. Por ello las Amazonas se enfrentaron en
Guerra contra Hércules que las venció.
- Los establos del rey Augias.
El rey de Elide, Augias (hijo de Helio), poseía numerosos rebaños
entre los que destacaban doce toros blancos consagrados a Helio. Hércules se
comprometió a limpiar los establos en un día a condición de que el rey le
regalase la décima parte del ganado. Para lograrlo abrió las paredes del
establo dejando pasar las aguas de los ríos Alfeo y Peneo a las que previamente
desvió su curso. Fernández de Heredia nos dice en su Emblema que no siempre los
empleos corresponden a la grandeza de ánimo, pues genios ocultos favorecen las
acciones humildes que se desdeñarán al no ser provechosas (p.231).
Neptuno regaló un toro a Minos para que lo sacrificara en su honor, al
no hacerlo, el dios del mar enfureció a la bestia. Hércules consiguió capturar
al toro, pues debían presentarlo vivo ante Euristeo. Lo llevó en sus hombros
hasta Argólide. Para Fernández de Heredia, el Emblema es la imagen de las victorias
del héroe que sabe medir sus fuerzas ante los peligros (p.245)
Diomedes hijo de Marte tenía unas yeguas que alimentaba de carne
humana. Eran cuatro, llamadas Podargo, Lampón, Janto y Deino. Tras dar muerte a
los guardianes, Hércules las capturó entregando incuso al propio Diomedes como
pasto para sus animales. Fernández de Heredia considera por este Emblema la
imagen de los reyes vanos, de quienes son injustos por su ambición y avarientos
en su crueldad (p.254).
Geriones era un monstruo de tres cabezas que habitaba y reinaba en el
occidente de Iberia. Poseía un rebaño de bueyes que custodiaba el pastor
Euristión y el monstruo Ortro (hijo de Tifón y Equidna). Hércules solo pudo
vencerlos sembrando la discordia entre ellos.
Considerando Euristeo próximo el final de los trabajos de Hércules, le
ordenó
Capturar al Cancerbero, para lo que necesitó la ayuda de Mercurio para
penetrar en las cavernas infernales. Plutón
dio su permiso para llevarse al Cancerbero si Hércules le vencía con sus propias
manos y una vez alcanzado su objetivo se lo llevo a Euristeo quien una vez más
se ocultó en una jarra. Posteriormente lo devolvió a los infiernos.
La victoria tiene sui comentario en el libro VII de las Metamorfosis
de Ovidio (409-419), para Sánchez Viana viene a significar la victoria del
hombre sobre los instintos
- Las Manzanas de oro de las
Hespérides
Euristeo ordenó a Hércules que buscara las manzanas de oro que Gea
regaló a Juno en sus bodas con Júpiter. Las Hespérides eran tres, Egle (Resplandeciente),
Eritia (Roja) y Hesperaretusa (Aretusa de Poniente), custodiaban las manzanas
en el jardín que se localizaban en el extremo occidental del mundo Apolodoro.
El héroe consiguió informarse de su localización gracias a la captura del dios
profético Nereo.
Fernández de Heredia moraliza estos sucesos en uno de sus Emblemas
para señalar que la ignorancia es tan grande como los Gigantes, pues no sabe
vencer quien con una estratagema no se disfraza (p.345).